Mamarrachadas en Roma (y en Twitter)
Cenar viendo 'Gladiator II', flipar viendo 'Cónclave', indignarse viendo Twitter y descojonarse viendo 'Yellowstone' porque 'Yellowstone' realmente es una comedia.
Esta es una newsletter de cine y series que claramente no necesitas pero que espero que quieras. Porque cine y series tampoco necesitas… y sí los quieres. Cada martes y cada viernes, en tu buzón de correo electrónico, ideas, recomendaciones y desvaríos sobre todo lo que ocurre en las pantallas, grandes, pequeñas y medianas. O todo lo que a mí me interesa. Yo soy Alberto Rey y sólo le he dicho “yes, sir” a una persona en mi vida y esa persona era Clint Eastwood.
#TeamEmbajadores
Hace unos días, los Cines Embajadores de Madrid creyeron conveniente publicar en sus redes un comunicado en el que respondían a la enésima rabieta tuitera de Lucía Etxebarria. En esta ocasión, la escritora se quejaba de haber vivido una experiencia poco agradable en una de las salas de los Embajadores (el clásico espectador asilvestrado), pero de alguna manera implicaba a ese cine concreto en el problema porque lo que mejor hace La Etxebarria en Twitter es disparar hacia objetivos específicos… con bombas de racimo que se dispersan y no discriminan donde impactan. Enseguida se olvida del tema y pasa a su siguiente obsesión. Tiene varias, así que sin temas no se queda. Así siempre.
Pero los Embajadores decidieron no hacer la vista gorda y respondieron: “Extrapolas la situación puntual de una proyección como si fuese la tónica habitual de comportamiento en nuestras salas y, por suerte, no es así”. Entonces Lucía ya estaba a otra (sus habituales excusas para tirar una bomba fétida y salir corriendo son que está muy ocupada, que es muy famosa para perder el tiempo contigo o versiones/combinaciones de las dos anteriores) y el pequeño conflicto había sido ya replicado en medios tradicionales. Nadie cuestiona que Lucía no tuviese que soportar a un maleducado en el cine Embajadores pero, por un lado, (y perdonad por esta pequeña meada fuera del tiesto) está ella como para cuestionar las maneras de los demás y, por otro, si hubiera que empezar a poner orden en la experiencia cinematográfica en Madrid, los Cines Embajadores serían uno de los últimos sitios donde lo haríamos.
A Lucía la invitaría yo (*) a la proyección de ‘Gladiator II’ que viví en ciertos cines de Madrid que ofrecen una experiencia “premium”. A ver qué le parecía lo de la gente cenando, lo de los camareros pululando por la sala y lo del uso del móvil (¡y la tablet!) de manera abierta y natural. Mientras en la pantalla a Roma le pasa de todo y a todo volumen. Yo creía que precisamente ‘Gladiator II’ funcionaría bien en ese contexto, por eso elegí esa sala y esa sesión (la hora de la cena), así que no me quejé. Si me hubiera quejado, quizá habría sido yo quién estaba fuera de lugar. Claramente, las leyes no escritas (o sí escritas, pero yo no las vi) de aquella sala permitían una relajación y una soltura tremenda en comportamientos que yo en otro cine, pongamos una de las salas de los Embajadores (salas que frecuento y recomiendo), consideraría intolerables: comer, beber, mirar Instagram, roncar con alegría. Me resultó entrañable ver a un señor alumbrando con su móvil las fritangas frituras que había pedido, no atinando a la hora de servirse el vino (se lo sirvió encima) y, cuando hubo cenado, reclinando la butaca y cambiando la segunda mitad de la película por una maravillosa siesta. Me imagino a ese hombre valorando su experiencia ‘Gladiator II’ con cinco estrellas, un “recomiendo” y un “repetiría”. Yo no pienso repetir, a menos que a Ridley Scott le dé tiempo a dirigir ‘Gladiator III’ y sea el mismo tipo de película. Una película “premium”. Una película nachos con guacamole.
(*) esto es retórico y perdón por esta segunda meada fuera del tiesto, pero no invitaría a esta mujer ni a mi entierro (es decir, a un evento en el que yo estoy pero como si no), todas mis interacciones con ella, a lo largo de 25 años, han estado siempre mediatizadas por su afán de protagonisimo, su manía persecutoria y una manera de argumentar que yo comparo a la de un ordenador muy potente pero sin sistema de refrigeración. Lucía Etxebarria es una de esas personas que cree que el mundo le debe algo y, por lo que sea, ese mundo, en la forma de sus seguidores en redes sociales más fanáticos, le da la razón de vez en cuando. Y así seguimos. Don’t feed the troll.
#TeamCardenales
No tengo claro si ‘Cónclave’, de Edward Berger, es una película nachos con guacamole o no. Lo que sí tengo claro es que mucho cuidado con ella en los Globos de oro y en los Oscar. Por muchos motivos: es cine adulto de presupuesto medio y con reparto lucido (un tipo de cine que cada vez escasea más), recuerda a algunos títulos muy premiados del pasado (precisamente por el motivo anterior. Hola, ‘Spotlight)’ y el trabajo previo de su director, ‘Sin novedad en el frente’, se hizo hace dos años con cuatro Oscars, convirtiendo el premio más o menos la mitad de sus nominaciones. Vamos, que ‘Cónclave’ no es una peliculita de un director europeo raruno sino el proyecto ganador de un director ganador.
La de Berger es una película curiosa. O dos películas, si la entendemos como un prólogo alargado en que el que la película expone su concepto (el Vaticano como un lugar-idea sostenido por la tradición, la ceremonia y el aislamiento) con unas imágenes bellísimas… y la ‘Succession’ de curas (perdón: de cardenales) en la que se convierte después. La primera película (perdón: la primera parte de la película) es fascinante; la segunda es divertidísima. Propongo empezar a ver ‘Cónclave’ como si de una hermosa misa de simetrías y liturgias se tratase… y darle a los nachos con guacamole en cuanto se desate el salseo en la curia. Tranquilos, que ese momento está muy claro en la película. En la proyección de prensa en la que yo la vi se escuchó un “oyoyoyoyoy” en esa escena. No, no fui yo (yo sólo lo pensé).
En breve
Se me olvidó ampliar mi recomendación seriéfilo-británica de la semana pasada: Sherwood. Así que hoy le añadimos otra muy distinta: Palomas negras. La primera es buena, la segunda no tanto. Pero los oyoyoyoyoys de Palomas negras son más tremendos.
Sí, el episodio 13 de la quinta temporada de ‘Yellowstone’ es tan ridículo como estamos leyendo en medios de EE.UU. La de Taylor Sheridan (que se reserva para sí mismo, porque también es actor (“actor”), los dos momentos más bochornosos del capítulo) es una serie fenómeno más analizable desde lo sociológico que desde lo audiovisual. ¿Puede ser que quienes ven la serie “en serio” no disfruten tanto de esa agente del caos que es Beth (una Kelly Reilly tan icónica como trash) porque ellos no ven ni el caos ni lo icónico ni lo trash ni en ella ni en nada de ‘Yellowstone’? ¿Es Taylor Sheridan el anti Aaron Sorkin? ¿Cuánto ha cobrado Bella Hadid, que debutó como actriz (“actriz”) en la fantástica ‘Ramy’ por participar en este esperpento? Ahora bien, ver a Reilly llamar tonta a la cara a Hadid es… pues eso… icónico y trash.
Durante este mes de diciembre, la Academia de Televisión organiza en Madrid una serie de desayunos-coloquio con los nominados a sus premios Iris. Yo acudí al que reunió a los nominados a mejor guión de serie de TV. Fue interesantísimo escuchar a Valentina Viso, guionista de ‘Esto no es Suecia’ hablar de guiones escritos “en plano general, sin mirada” o de, como tuvo que hacer Lourdes Iglesias en ‘Cristóbal Balenciaga’, “pervertir” un poco la realidad para que la ficción funcione. Toda la charla aquí.
Y el viernes…
Las 20 mejores series internacionales de 2024. Perdón: MIS 20 mejores series internacionales de 2024.