Tiendo a calificar de “no-películas” al cine de franquicias, secuelas y universos expandidos. Llámame purista, llámame pureta, espabile señora, ok boomer, circulen. Películas que no presentan personajes, que no terminan nunca, que dependen de otras para tener sentido.
El problema soy yo.
Puede que sea yo como la Norma Desmond de ‘El crepúsculo de los dioses’, que afirmaba “sigo siendo grande, son las películas las que se han quedado pequeñas”, pero sin haber sido yo nunca una estrella. Y no es que no-películas (ultima vez que lo digo, lo prometo) como ‘Superman’ o la última entrega de ‘Parque Jurásico’ (perdón: ‘Jurassic World’) sean precisamente pequeñas. El pequeño, si acaso, soy yo. Es el cine el que ha cambiado y nosotros, los que orbitamos a su alrededor, debemos adaptarnos. O desaparecer.
La nueva ‘Superman’, considerando lo que tiene que ser, por puro business plan, una película así, es más que eficiente. James Gunn la ha concebido como una ametralladora de ideas, con la clara pretensión de que alguna de esas ideas dé en el blanco y las posteriores secuelas puedan desarrollarla con la tranquilidad de lo que ya ha funcionado. Menos el perro, el puto perro, el maldito perro, que es lo peor de lo peor, todo lo que propone Gunn en su ‘Superman’ respeta el manual de la película de superhéroes sin tomárselo realmente en serio: sus monstruos tienen cierto toque chapucero, su humor, tan cuñado a veces, está algo más limado y saca oro de un reparto que, sobre el papel, no ofrece ningún tipo de garantía.
Además ‘Superman’, la película, asume sin aspavientos una de las realidades más penosas de Superman, el personaje: no hay superhéroe más aburrido, menos carismático y menos adulto. Tampoco se me ocurren ahora muchos actores más prescindibles que David Corensweet, así que todo bien y todos contentos y circulen.
La Norma Desmond que escribe esto comienza asumir que el cine (y el mundo) no es el que ella quiere que sea, sino el que es. Que, como decía aquella “we work with what we have” y que si quieres ver lo que consideras que son sí-películas, igual la única manera es inventar la máquina del tiempo y usarla para viajar a hace treinta años. Una idea, por cierto, muy James Gunn.
No considero que las dos ‘Dune’ de Denis Villeneuve sean no-películas (oops, se me ha escapado). Tal vez porque, al contrario que con las cosas de Marvel, DC o los dinosaurios, sí las siento cercanas a lo que yo entiendo por cine como espectáculo de masas. Lo de “las dos Dune” ya ha quedado por fin oficialmente obsoleto, pues se ha confirmado que no sólo habrá una tercera, sino que se llamará, directamente, ‘Dune: parte tres’. Su rodaje es inminente y ya compite, aunque quizá sólo en la voraz máquina de fabricación de información cinematográfica a la que pertenezco, con el de la Odisea de Christopher Nolan.
No habrá un DuneSea equivalente al Barbenheimer de 2023, un supuesto duelo de superproducciones que, como ya demostró la falsa pugna entre ‘Barbie’ y ‘Oppenheimer’, puede terminar beneficiando a ambas y haciendo felices a los distribuidores y exhibidores cinematográficos. Y a los que seguimos creyendo en el cine como experiencia social y colectiva y fantaseando con una ley que obligue a eliminar la cobertura móvil en las salas.
Apaga el puto móvil, idiota, si no quieres que esta señora mayor y calva se líe a tortas contigo. Y mastica sin hacer ruido, joder.
Ay, pero Superman 1 y esa escena de helicóptero, esa entrevista (“¿de qué color es mi ropa interior?”) y Gene Hackman de Lex Luthor era muy buena
Jajaja